Y pensar que nuestras locuras de borrachera
acabarían subiéndome a un avión
tú no parabas de decir eso de que era transparente
que se me escapaba el alma por los ojos,
y que cuando te fueras me encerrarías en una maleta,
yo solo dije que el Vodka nos había jodido el cerebro
y que no era buena contorsionista.
Ahora tengo dos maletas medio hechas,
un trozo de papel que me envía a Malabo
y un grupo de niños de 5 años esperando a que les de clase.
Quizá sea una locura
y tenga a mi Pepito Grillo enfadado
pero la cordura no va conmigo,
nunca me gustaron las cuerdas.